Redimo mis penas
por la sangre de tus venas,
la inercia de mi juventud
reblandece en tu inquietud,
dudas acicaladas
con palabras deseadas,
ruegos adquiridos
con besos convencidos,
risas compartidas,
con sonrisas repartidas,
rostros sin hambre
venas sin nombre,
herencia desgarrada
ocasión desperdiciada,
caminos sin asfalto
pasos sin dar el salto,
oraciones no escuchadas
en misas no rezadas,
el ocaso del amanecer
ilumina tu grís atardecer,
la vida cobra sentido
con nuestro amor, al fín, consentido.
viernes, 1 de enero de 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario